sábado, 18 de diciembre de 2010

MEDIO SIGLO DE OJOS DE GATA



Desde que tengo uso de razón ella siempre estaba allí, recuerdo sus grandes ojos verdes, su mirada alegre y bondadosa y sobre todo el cariño con el que me mimaba, podría parecer que hablo de mi mama, pues esta descripción es plenamente aplicable a ella, hablo de mi otra mama, la que cubría los huecos que mi mama no podía ocupar.






Con Paciencia infinita me ayudaba a estudiar, con paciencia infinita me hacía los trabajos manuales, yo sólo tenía que pagar un precio, a elegir entre cien besitos o dejar que me tocara las cejas o quizá que me quitara los poros.





Ella escuchaba atentamente mis alegrías y penas de niño, siempre estaba cuando la necesitaba y lo mejor nunca hacía falta que le pidiera ayuda, pues antes de que eso ocurriera, ya me la estaba proporcionando.





Siempre contenta, siempre alegre, siempre dando sin esperar recibir nada a cambio, jugábamos los tres, ella, Juanjo y yo, a juegos de mesa, a adivinar personajes, entre los cuales nunca podía faltar la señora Gloria que era la tendera de una lechería, dos preguntas nos bastaban para saber que era ella, "¿es mujer?, ¿tiene bigote?" LA SEÑORA GLORIA. Veíamos juntos la tele, los viernes el Un, Dos, Tres.





Recuerdo las noches de tormenta en que ella venia a meterse en mi cama, pues le daba miedo, recuerdo ese choque al girar la nevera en dirección a la salita que dieron con el plato y los huevos fritos que contenían en el suelo, recuerdo cuando levantaba la mano y me gritaba "IMÁN" y yo le lanzaba una pera, recuerdo como la fastidiaba con un soldado llamado Ricardo, ¿sería una premonición?, recuerdo sus largas conversaciones telefónicas con su amiga Inma, Recuerdo el salchichonazo mugrentoso que le propine en la mejilla por no hacerme caso y seguir hablando con su amiga para mi desesperación.





Recuerdo uno de los días más tristes, el día que se fue de casa, aunque nunca se lo dije durante una temporada lo pase mal, hasta que me di cuenta que seguía estando allí, casi como si no se hubiese ido.





Estuvo en mi jura de bandera, en mi boda, en mi separación, en mi nueva vida, en los buenos momentos se alegro conmigo y en los malos los sufrió como si le ocurriesen a ella.





Nunca tendré las palabras suficientes para describir quien es mi hermana, pues diga lo que diga siempre me quedaré corto.






Ahora que va hacer medio siglo que vino al mundo, aunque nadie lo diría ni por asomo, me dispongo a celebrar toda la vida, toda la energia, toda la sabiduría, toda la bondad y toda la conciencia que durante mi existencia me ha regalado constantemente, haciendo de mi lo que soy y quien soy, una mejor persona.






LLEVAMOS MEDIO SIGLO DE SUS OJOS DE GATA, Y LO VOY A DECIR BIEN ALTO Y BIEN FUERTE.






VIVIAN ES MI HERMANA, LA MEJOR HERMANA Y AMIGA QUE NADIE PUEDA IMAGINARSE Y ESTOY MUY ORGULLOSO DE ELLA.