viernes, 2 de julio de 2010

EL NUEVO PAPEL


Durante una temporada no muy larga compartí piso con un antiguo compañero del instituto, a él lo habían echado de su antigua casa por no pagar el alquiler y yo buscaba un lugar donde vivir y tener algo de intimidad. Encontramos una vieja casa en el barrio del carmen, concretamente en la C/ De la corona, era un piso destartalado y con una distribución extraña, pero sin embargo cubría nuestras necesidades al módico precio de 8.000 pts/mes es decir cerca de 50 €.




La casa disponía de dos habitaciones, delante de cada una había un salón, tenia un pasillo por donde se accedía a ellas y a la cocina que no tenía gas, pero si una puerta a modo de armario empotrado, al abrir esa puerta se accedía al cuarto de baño que era pequeño pero disponía de ducha.




El edificio en si tenía cuatro alturas y una vivienda por altura, todas ellas deshabitadas, nuestros vecinos de las fincas contiguas eran ocupas y sus aspectos eran realmente curiosos al igual que sus costumbres, pero eso si, tremendamente respetuosos.




Mi compañero había llevado una vida bastante bohemia, se dedicaba a la interpretación, teatro (más bien poco), circo, malabares y sobre todo payaso, pero en algún momento de su carrera, bien debido a algún tipo de sustancia o bien debido a algún desengaño profesional o sentimental había cruzado cables de una manera peligrosa, pasando de la euforia al hundimiento total en cuestión de minutos, yo en aquellos momentos tampoco estaba para tirar cohetes, por lo que no me pareció mala idea compartir piso y gastos con él.




Un día me comentó que en el último piso la puerta de entrada estaba cerrada con un pequeño candado y que sería sencillo forzarlo y entrar (aún no se muy bien para qué), le dije que se olvidara y me fui a trabajar, cuando volví me pidió que lo acompañara.




Subimos al último piso, previamente el compañero había reventado el candado y al abrir la puerta me di cuenta que nadie había entrado allí en mucho tiempo, estaba todo en penumbra interrumpida por algunos rayos de luz que iluminaban el polvo en suspensión, entramos en una habitación, había una cama con su mesita de noche y un armario abierto, de sus perchas colgaban algunos vestidos y algún traje, sobre la mesita un antiguo tocadiscos y algunos singles de vinilo antiguos cubiertos de polvo, al abrir la mesita encontramos alguna revista de 1.975 , en el pasillo se encontraba un baúl, lleno de sabanas, revistas, lamparas y algunas figuritas de cerámica, la sensación que nos causó fue de sobrecogimiento, como si los ocupantes de aquella casa hubieran salido precipitadamente de ella.




Al fondo de la vivienda había un salón bastante oscuro, sobre la mesa un par de botellas que llevaban en su boca sendas velas practicamente consumidas, encendimos una de ellas, la estancia se iluminó, las paredes estaban manchadas por el humo y sobre ellas habían dibujos de estrellas de cinco puntas y algunas palabras ilegibles, decidimos que la excursión debía terminar, ya estaba bien.




Llegó la noche y nos fuimos a dormir, fue de madrugada cuando se empezaron a escuchar cánticos, algo así como cantos gregorianos, lo cierto es que después del susto inicial me dí cuenta que el sonido venía de la calle, y es que enfrente de nuestro edificio había un convento, los cánticos procedían de allí, aliviado me dormí.




Transcurrió la semana y llegados al sábado, vinieron a hacerme una visita mi hermano y unos amigos, les conté nuestra visita y quisieron subir a verla, tras lo cual nos pareció buena idea hacer guija, el vaso comenzó a moverse y a contestar a nuestras preguntas, era una mujer anciana, cuando le preguntamos quien era, sólo contestaba "arriba", una y otra vez, así llego la pregunta que nadie quería hacer, ¿vivías aquí arriba? , "si", ¿en el último piso?, "si", ¿quieres decirnos algo?, "peligro" "marcharos", ¿hay alguien que te molesta?, "si", ¿esta sentado en esta mesa?, "no", eso nos descartaba a todos menos a mi compañero de piso, ¿es él?, "si".


La puerta se abrió lentamente, una figura permanecia en la penumbra, en su mano izquierda una botella con una vela encendida en su parte superior, en la otra un cuchillo de enormes dimensiones, acercó la vela a su rostro, era mi compañero, sus ojos tenían una mirada perdida, todos pensábamos que íbamos a morir, no hábía escapatoria, de repente hundió el cuchillo sobre su propio abdomen y se desplomó en el suelo rodeado por un charco de sangre.


Nos quedamos perplejos, asustados, paralizados no sabíamos que hacer, ya estaba marcando el numero de la policía con mi móvil, cuando de pronto se levantó del suelo carcajeando......


¿QUE OS PARECE MI NUEVO PAPEL? MOLA ¿NO?.......







6 comentarios:

  1. uffff!!!!! ...muy buena Iñigo.
    un beset

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  2. En primer lugar, gracias, en segundo comentaros que las 3/4 partes primeras del relato son veridicas y el último cuarto es producto de mi imaginación, he querido mezclar realidad y ficción para hacer más creible el relato, espero haberlo conseguido.

    Un abrazo.

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  3. Jope, con lo que me gustan a mi las historias estas macabras, sangrientas con fantasmas espiritus y suicidios de perturbados, y ahora dices que es producto de tu imaginación?? :(

    Jajaja!! Genial la historia, me ha tenido enganchada hasta el final :)

    Vengo del blog de Juanjo, como no?!

    Un beso

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  4. Bueno, todo no es ficción, esa casa existió al igual que mi compañero actor y también la casa que había en el último piso, pero a partir del guija, me pareció divertido dejar correr mi imaginación.

    Un beso gata negra

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  5. Ya ya, si todo eso ya lo se, lo has explicado mas arriba en un comentario. Yo a lo que me refería es a la parte morbosa jajaja!!

    que tengas buen día :)

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