jueves, 8 de julio de 2010

HOLOCAUSTO


Tac, tac, tac, lentamente el segundero avanza implacable recorriendo la esfera del reloj, sigo aquí sin atreverme a mover un músculo, el sudor resbala por mi nariz, las gotas al llegar a su final gotean hacia el suelo, plic, plic, plic....


Pisadas pesadas se escuchan en el piso de abajo, sigo oculto en la oscuridad de la buardilla tras un enorme baúl, pensando "que no me encuentren", "que no me encuentren".....


Meses escondido sin salir, meses de angustia, de desesperación, escuchado los gritos desgarradores de mis vecinos, ¡si! a ellos los han encontrado, los han torturado, los han violado. Una pregunta le hago al aire ¿cuando me tocará a mi?, una pregunta sin respuesta.


El cansancio me vence, me quedo dormido y comienzo lentamente a soñar, parece un viaje en el tiempo, me veo a mi mismo sentado en la terraza de mi casa, cuando vivía en Valencia, cuando estudiaba arquitectura, relajado, leyendo un libro, refrescandome con agua fría pues hacía mucho calor. Mi atención se centra en el libro, intento enfocar su título.


DIARIO DE ANA FRANK, de repente viene a mi mente su terrible historia, el holocausto, la locura, e irremediablemente me recuerda a la mía, oculta como yo, angustiada como yo, esperando salir algún día de su escondite, esperando recuperar la vida robada.


Un estruendo resuena en mi escondite despertándome sobresaltado, gritos de uno a varios, no entiendo lo que dicen, pero se por sus acciones que me buscan, alguien les ha dicho que estoy aquí, lo revuelven todo y lo peor se acercan, una ráfaga de fusil de asalto impacta sobre el baúl, no me ha herido, quizá no miren detrás, quizá se marchen, quizá...., abren el baúl vaciando su contenido y tirándolo tras él, todo cae sobre mi ocultándome aún más, la esperanza de no ser encontrado crece en mi corazón que martillea mi pecho con tanta fuerza que temo que delate mi posición.


La luz inunda mis ojos, alguien ha retirado las sabanas y objetos que habían tirado sobre mi, atemorizado miro hacia delante, veo un casco y un uniforme militar, veo la estrella de David en la guerrera del soldado, a la altura del hombro, y sobre todo veo una mirada llena de odio y entiendo que el fin de mis días ha llegado, pero antes sufriría hasta que mi corazón dejara de latir, hasta mi último aliento, y entonces pensé ..................................................



¿Podía quedarme quieto viendo un nuevo Holocausto?, ¿podía quedarme impasible ante semejante exterminio?.


¿Quien me dijo que el mundo era justo?, ¿Quien me dijo que quien padece no hará padecer?, ¿Quien me mando hacerme cooperante de naciones unidas?, ¿QUIEN ME MANDO VENIR A GAZA?


2 comentarios:

  1. Iñigo, me encanta el post.
    ¿quien me mando venir a Gaza? no se, pero desde luego gente valiente que piensa en los demás y que se rebela contra las injusticias...como deberiamos hacer todos. yo lo intento.

    un abrazo

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  2. En nuestro pensamiento está intentarlo, pero es tan complicado como cuando D.Quijote luchaba contra molinos de viento (gigantes a sus ojos).Esperemos que algún día el mundo deje de ser tan hipócrita.

    Un beso.

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